Descubierto por Aurelio Capín, primer guía de la cueva, es uno de los conjuntos más singulares por la calidad de los grabados que contiene.
Las representaciones se disponen en un pequeño bloque aislado en una sala de reducidas dimensiones y cuyo acceso se realiza a través de una estrecha brecha horizontal. El contenido son grabados zoomorfos. Algunas de las representaciones se adaptan al contorno del soporte para transmitir sensación de volumetría y naturalismo. Se distingue con seguridad ocho figuras, seis de las cuales son caballos, y las otras dos, un bovino y un posible oso.